El Fabuloso Kedramán la cortó en tres y la probó:
Le pidió una balanza.
Apareció una bala, un ala y una lanza.
Le pidió un terremoto.
Aparecieron una erre, un remo y una moto.
—Ajajajajá —murmuró el varitero, rascándose la barba, la nariz, la frente, la nuca y la oreja—.
Córtela en cuatro...
—¡No!
—¡Sí!
—¡No!
—¡En cuatro! ¡Y pruébela!
Refunfuñando, el Fabuloso Mago Kedramán cortó la varita en cuatro partes y la probó:
Le pidió un astrónomo.
Aparecieron un as, un astro, un trono y una botella de ron.
Le pidió una comarca.
Aparecieron una coma, un mar, una marca y un arca.
—Ajajajajajá —murmuró el varitero, rascándose la barba, la nariz, la frente, la nuca, la oreja y
el cuello—. Ahora córtela en cinco...
—¡BASTAA! —gritó enojado el Fabuloso Mago Kedramán—. No pienso cortar más la varita.
¡Me cansé!
Mariño, R. (2004), Cuentos del circo. Buenos Aires, Ediciones Colihue.
1. Ahora, en sus carpetas o cuadernos, escriban el título del cuento, el nombre del autor y respon-
dan las siguientes preguntas:
a) ¿Cómo se llama el mago que protagoniza este cuento? ¿Cuáles son sus palabras mágicas?
b) ¿A quién le pide ayuda para arreglar su varita mágica? ¿Logra darle una solución?
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